lunes, 16 de diciembre de 2019

¿Qué Teseo hackeará lo uruguayo? Sobre Guitarra Negra de Ramiro Sanchiz

Son los mitos del futuro próximo los que hackea esta novela destinada a subvertir -en el sentido de la definición que tranquiliza y ordena: “perturbar o trastornar algo, especialmente el orden moral”-.

Guitarra Negra se inserta en la literatura uruguaya como un dispositivo con cuenta regresiva.

Está activado y viene a socavar, ya no tanto el sentido literario, sino el orden del mundo de lo uruguayo. Ese ubi sunt -recurso literario que se pregunta dónde están o qué fue de quiénes vivieron antes que nosotros- que parece haber sido forjado en las llanuras de la Banda Oriental.

Este nuevo libro de Ramiro subvierte las tranquilidades que nos otorga la evocación de los héroes que no terminaron de ser, de las hazañas criollas que abonamos con la épica de nuestras modestias.

Guitarra Negra no es un libro para fans acérrimos de la mitología de Alfredo Zitarrosa. No van a encontrar en él la anécdota cómplice de la admiración generada por el artista y su obra. Guitarra negra es un libro complejo y provocador; novelado, epistolar, en donde hay una tensión entre los personajes, un misterio fantasmal, fantasmagórico; en donde hay largos puentes, ensayos que suspenden por momentos el ritmo narrativo para introducirnos en las tatuceras de aquello que quizá algunos pensaron, pero nadie escribió. Ahora sí.

Guitarra negra es una intervención literaria y ensayística del lado b de la historia uruguaya: ese donde deambulan los exilios heroicos, entre los mostradores en los que todos nos preguntamos alguna vez que será de la vida de Molina y por la gran muñeca que no trilla el bulevar. Las desapariciones. Nos signa una historia de fantasmas, como esta que es Guitarra negra -canción, disco, libro-.

A partir de esta obra escrita hay una nueva intervención no ya a otra obra originaria -como la canción- sino a un corpus conceptual histórico, antropológico y social que tiene que ver con lo identitario, con pararse a estrujar esas creencias sepias con las que crecimos todas las generaciones desde Batlle y Ordóñez en adelante.

Sigo pensando. ¿Cómo lo hace Ramiro, el escritor? ¿Cómo viene a patear el tablero de los entrevistadores que aún no leyeron el libro y piensan que se trata de un homenaje a Alfredo desde la veneración que por supuesto, le debemos como uruguayos? Aunque, desde la disidencia, desde el cuestionamiento, podría ser un homenaje perfectamente. Imagino, en tren de imaginar, que a Zitarrosa le hubiese gustado que alguien se le pare a decirle las cosas. Que su voz será una textura de la música ambient, que mucho no nombró a las mujeres como sujetos activos de ninguna historia: siempre depositarias de deseo, nunca heroínas. Que desde el exilio la patria se construye aderezada por los troquelados de los reinos perdidos.

Esos ensayos que aparecen en el libro, que mientras leía por momentos me maravillaban, por momentos me enojaban, por momentos me daban ganas de mandarle un mensaje a Ramiro y decirle: en esta frase hay ocho conceptos y por momentos me daban ganas de celebrar su sinapsis siempre nerviosa, son obra de un personaje llamado Federico Stahl. Ese súper pibe intelectual que ahora ha desaparecido dejando en el aire la estela crujiente de un fantasma, pero que, como acaso todo en la historia uruguaya, ha dejado sus huellas para reconstruir otro sentido, en lugar de un puzzle pequeño que volvemos armar con la memoria, no con el ingenio.

Son tres admiradores y amigos lo que se propondrán sistematizar, analizar y dar un sentido a la obra de esa entidad desaparecida que no ha hecho otra cosa que pensar al mundo en la mayoría de los libros de Ramiro.

El gesto de Guitarra Negra dentro de la colección Discos de Estuario es abordar un objeto de estudio lejano al gusto del autor. Ramiro escribió una novela ensayo, como un científico que persigue la reinvención de la penicilina siendo alérgico a ella. Nunca vi a Ramiro con un mate en la mano, jamás me festejó una metáfora futbolera, y es probable que haya escuchado guitarra negra muchas más veces con un microscopio que con auriculares.

Este es un libro atrevido e inteligente que vino a interpelar las concepciones más sacras de la cultura uruguaya, siempre narrada desde el mostrador, el exilio o la derrota.  Las geografías de las cosmovisiones que plantea el libro son como una letanía que persiste incluso cuando se ha terminado. No puedo desde ahora preguntar si no lo vieron a Molina, sin trazar ese paralelismo entre aquello que en la historia uruguaya ha sido vertical, y todo lo que ha debido permanecer subterráneo.

*Texto leído en la presentación de Guitarra Negra de Ramiro Sanchiz. 14 de diciembre de 2019. Bar Kalima, Montevideo.